Villafranca, zona vulnerable a los nitratos
Vecino. Opinion.

El día 2 de julio de este mes, un artículo titulado “Sin agua potable por contaminación”, refiriéndose a la situación en que se encontraba Navarra sobre este asunto, recordaba un lejano reportaje del 6 de octubre del año pasado, en el que plasmaba una serie de mediciones de la contaminación del agua por nitratos realizado por Greenpeace durante cinco días, en 63 puntos distintos, donde encontraron valores que van desde 6 mg/l hasta 260 mg/l, lo que calificaron de “muy preocupantes”. En Villafranca lo recordamos bien, porque por esas fechas de septiembre padecimos una invasión notable de esos nitratos que hacían imposible el consumo de agua potable en nuestras casas. Cabe recordar que por aquel entonces se reunieron integrantes de esa ONG con el consejero de Medio Ambiente y Desarrollo Rural, José María Aierdi, al que le comunicaron que “las zonas más contaminadas son las de Villafranca, que ya está declarada como vulnerable a la contaminación por nitratos, y Larraga, que “a pesar de los alarmantes niveles de nitratos encontrados, todavía no ha sido considerada como zona vulnerable”. Se le hicieron entre otras demandas establecer de inmediato una moratoria a la ganadería industrial de al menos cinco años y desarrollar un plan para la reducción paulatina de la cabaña ganadera en intensivo hasta alcanzar un 50% menos en 2030. Y no conceder autorizaciones para nuevos regadíos intensivos y reducir el uso de fertilizantes sintéticos; incrementar el control de la calidad del agua, creando nuevos puntos de control y haciendo analíticas periódicas en todos los municipios, independientemente de su tamaño; y declarar nuevas zonas vulnerables a nitratos y poner en marcha medidas efectivas para revertir la contaminación. La realidad sigue siendo la que es. El modelo de ganadería industrial y sus macrogranjas sigue creciendo incluso dentro de zonas vulnerables a nitratos, como el porcino que creció en un 73% entre 2012 y 2022. El reportaje, firmado por J. Rekondo, se preguntaba: “¿Vamos a seguir por esta senda tan temeraria?”. Lo miso preguntamos ahora: ¿Qué ha hecho el Ayuntamiento de Villafranca desde la última fechoría ambiental que nos hizo la contaminación del agua en septiembre del año pasado? ¿Creó nuevos puntos de control del nivel de nitratos? ¿Ha hecho analíticas periódicas en estos últimos meses? No se sabe ni una coma. Lo sabremos hasta que la nitratada en cuestión vuelva a darnos otro sobresalto. Entonces se dispararán las alarmas y el Ayuntamiento volverá a decirnos que todo está controlado, que se está trabajando en ello y que dentro de cinco años todo resuelto y, que por favor, “no molesten con estas bagatelas, que estamos en fiestas, coño”. Y así será, porque nos han instalado en la política del susto, esa maldita política de actuar cuando tenemos el agua al cuello, sólo que esta vez el agua estará dentro de nuestro organismo jodiéndonos lo que tienen por costumbre joder esos dichosos nitratos.
Junco de badina