Maldición del sistema
Vecino. Informacion.

No sabemos de quién es patrimonio exclusivo hacer una guerra para mejorar al propio país, incluido su orgullo perdido. El hecho de que haya gobiernos que optan por la guerra para satisfacer sus ambiciones expansionistas o económicas demuestra que son unos idiotas morales. Muy legales, pero nada éticos.
Sólo por sentido común se debería escupir a la cara a quienes defienden el golpe de Estado para conseguir el poder. O a los gobiernos que invierten más en Defensa que en Educación, Ciencia y Desarrollo. O a los ídem que exportan armas a países en guerra, lo que significa que en el propio país hay fábricas que se dedican a su producción como uno de los negocios más rentables. Por si no lo supieran, la industria militar vasca ya cuenta con 187 empresas dedicadas a esta producción, mucho más rentable, obviamente, que la sidra y el marmitako y el bacalao al pilpil.
A qué extrañar, pues, que, a estas alturas no se sepa que unas elecciones son ya lo más parecido a un golpe de Estado incruento, dado que sus resultados son muy parecidos. Lo que tiene su particular aspecto positivo. Las derechas ya no necesitan dar golpes de Estado para llegar al poder… En unas elecciones generales, que llaman democráticas, consiguen lo mismo sin derramar una gota de sangre de sus opositores. Tomen ejemplo de EEUU. Este 6 de enero Trump volverá a convertirse en su nuevo presidente. Un dictador elegido por vía democrática. ¿Quiere esto decir que el sistema está pervertido? Bueno, no será el más perfecto, pero dicen que es el mejor de los conocidos, pero empiezo a dudarlo, cuando constato que la democracia no frena a quienes pueden dar golpes de Estado. Sí puede decirse con seguridad que quien está, si no pervertida, sí bastante desorientada, la ciudadanía por permitirlo. Al menos lo está en el sentido en que Freud llamaba a los niños, perversos polimorfos. Algunos de la sociedad estadounidense aquejada de ese infantilismo. Es posible. Pero convengamos en que dicho infantilismo freudiano, que encuentra un placer casi sádico votando a un impresentable sujeto, no parece que sea una tendencia exclusiva y excluyente de EEUU.
En Europa hay tipos como Trump que están llamando a unas elecciones generales para ser investidos presidentes de democracias cuando no creen en estas. Es la maldición del sistema que aún no ha conseguido expulsar de las urnas a quienes no merecen entrar en ellas. Y eso sin duda depende de la ciudadanía, que tiene el cerebro cada vez más situado en el bolsillo, y capaz de vender su alma por un plato de lentejas…
Rosa