INCOHERENCIA TOTAL

Vecino. Informacion.

INCOHERENCIA TOTAL

En la vida se suele alabar la coherencia como un valor extraordinario. Consideramos que una persona coherente es de fiar. Y que, quien no lo es, deja mucho que desear. Sin embargo, la clave para interpretar la coherencia de las personas es saber con qué se es coherente. Por ejemplo, ¿de qué sirvió que Franco fuera coherente con su ideología golpista? Un tipo como Netanyahu es, sin duda alguna, coherente con su sionismo genocida. Trump lo es coherente con su ideología supremacista y racista. ¿Resultados de esa coherencia? A la vista están.

Seguro que a nadie le gustan los tipos que, estando en las antípodas de su ideología, sean coherentes con sus ideas. A nadie que es de derechas le puede gustar la coherencia de Sánchez con su particular socialismo. Y a nadie de izquierdas le sabrá nada bueno la coherencia de Núñez Feijóo, ni la de Díaz Ayuso, ni la de Abascal.

La coherencia es un valor en la medida en que refleja las ideas que uno profesa, si no, no lo es.

En este contexto, sin embargo, hay situaciones muy curiosas. Seguro que, cuando todas las personas sin distinción alguna de ideología veían Star Wars, El señor de los anillos, Harry Potter, Juego de Tronos, odiaron a Darth Vader, a Sauron, Saruman, a los Orcos, Lord Voldemort y los Mortífagos, Ceiser, Ramsay, Meñique… respectivamente. Todos ellos eran la más asquerosa, la más repugnante y la más criminal representación de lo que pueda un ser humano odioso. Todos eran mucho más coherentes que la coherencia de los personajes que consideramos como buenos, los cuales, incluso, daban unos bandazos en sus opiniones y conductas que dejaban bastante que desear. Los malos eran mas coherentes que los buenos. Siempre lo han sido.

Preguntemos: ¿qué fue de esa repugnancia que sentimos por esa caterva de infames individuos, representantes del mal, de la ambición más repugnante, gente a la que hubiéramos fulminado con un rayo láser de haberlo podido? ¿Cómo es posible que las apoyemos en la realidad? ¿Dónde ha quedado nuestra coherencia con esa repugnancia que sentíamos hacia el mal viéndolas en la ficción? ¿Cómo es posible que lo que odiábamos en la el cine los defendamos en la realidad? Si viéramos a Trump y Netanhayu en la ficción nos repugnarían, pero no en la vida real. Para pensar.

Cinéfilo perplejo