El orgullo os sienta bien
Vecino. Informacion.

Bien sabemos que la palabra orgullo en el caso del “orgullo gay” se utiliza en un sentido bondadoso del término. Se asocia con sentirse satisfecho, contento, feliz por haber conseguido un logro, tras muchos esfuerzos individuales y colectivos. O, en ocasiones, felices porque alguien de los nuestros ha hecho lo propio: “me siento orgulloso de mi hijo”, “de mi pueblo”, “de mi país”. No conduce a nada proclamarlo, pero quienes lo manifiestan se suelen hinchar como las ranas del cuento y mientras la cosa se queda en eso, no hay peligro. El peligro acecha cuando se hace de ese orgullo una identidad frente a la identidad orgullosa de los otros. Y ese no es el caso del orgullo gay. Así que no es para alarmarse, mientras a quien lo dice no le dé por armarla y, en medio de su orgullo, empiece a despreciar a los otros porque son distintos.
Los motivos para sentirse orgulloso en este sentido son muchos y variados, de ahí que hasta manifestarlo puede ser tomado como punto de crítica y de rechazo. Lógico. Para lo que algunos es motivo de orgullo, para otros es causa de desprecio. No pondremos ejemplos, porque cada persona estará sobrado de aducir ejemplos al respecto.
Estos días pasados, con motivo de la celebración del Show Musical Travéstika, he tenido que escuchar frases como “a ver de qué orgullo de mierda tienen que presumir los del movimiento LGTBIQ+ y quienes los apoyan”.
Pues para empezar se sienten orgullosos por haber conseguido que, al manifestarse como tales, no se los lleven a una hoguera y los achicharren, aunque, sin duda, como digo, existan energúmenos que estarían deseando hacerlo como el bravucón anterior.
La sociedad entera debería sentirse orgullosa por haber conseguido que el respeto y la tolerancia hayan aumentado en este país, a pesar de los pedruscos que la derecha intolerante ha puesto en las ruedas de ese carro que tanto dolor y sufrimiento ha costado poner en marcha.
Quienes, en este sentido, no se sientan orgullosos por este avance lo es porque son unos orgullosos, pero en el sentido peyorativo del término: chulos, engreídos, petulantes e intolerantes. En definitiva, seres que no han aprendido a convivir respetando al diferente y son capaces de sentirse orgullosos por dar una paliza a un homosexual o a un trans y súper orgullosos si terminan con él en la morgue. ¿Que gente así no hay en tu pueblo? Bueno, ya sabéis el refrán: “la liebre salta donde menos te lo piensas”.