Patética hoguera de San Juan
Vecino. Informacion.

Decía el programa municipal que el día 23 de este mes de junio íbamos a asistir a un “ritual simbólico de deseos y de purificación: quema de papeles en la hoguera” y “al encendido del fuego y convivencia vecinal bajo la luz del solsticio”. ¿Quién fuera a decirlo? ¡Un ritual simbólico! ¡Una convivencia vecinal iluminado por la bombilla del solsticio! ¡Y una quema de papeles en la hoguera elevada a la categoría de una purificación del alma humana o de lo que esta sea!
Ya perdonarán que intente romperles el hechizo, pero convendrán conmigo que, en realidad, la hoguera de san Juan villafranquesa, por mucha hoguera que fuese y, además, de san Juan, se redujo a eso eso, a una rutinaria quema de cartones y de palets que cualquier pelagatos en un momento del año puede llevar a cabo sin más simbolismo que el que proprociona una combustión de tres al cuarto.
En cuanto a lo de convivencia vecinal vamos a dejarlo para otra ocasión, pero está claro que los hay que se consuelan con cualquier pirulo. Eso, sí, regada con un moscatel y un mantecado para hacerlo pasar por el esófago. ¿Y lo de ritual simbólico? ¡La caraba! ¿Alguien se percató del aspecto ritual y simbólico del evento? Hay que estar muy tocado de misticismo, o estar majarón perdido, para decir que viendo arder unos palets y unos papeles fuera un hecho tan espiritual y lleno de significado más allá de la pura llamarada. .
Es una pena que una tradición netamente popular, de origen agrícola y pagana, sea dicho de paso, se haya convertido con el tiempo en una parodia de sí misma y a la que se le quiere dar un significado profundo sin haberse preparado para dicho encuentro transcendental.
Si el ayuntamiento quiere convertir ese acto en un ritual simbólico tendrá que esforzarse mucho más su Comisión de Cultura o la persona encargada de tramitar la traída de cartones y de palets al cemento de la plaza, dando a estos la categoría simbólica que se pretende.
En tiempos pasados, las hogueras representaban, no solo el fuego purificador, sino también un momento importante para decirle al poder que debía esmerarse en hacer las cosas mucho mejor de lo que hasta la fecha lo habían hecho. No solamente se arrojaban a la hoguera trastos viejos de todo tipo -como símbolos de un pasado que no se quería repetir-, sino, también, muñecos que representaban a personajes conocidos, no sólo de la localidad, sino de la nación. Ahora, por ejemplo, ni qué pintiparada era la ocasión para arrojar a la hoguera las figuras de Trump, de Putin, de Netanyahu y demás criminales de Guerra. Y si existiera ese un humor no reñido con el sectarismo político pues a aquellos podrían acompañar los caretos de los políticos locales y nacionales. Todos a una como Fuenteovejuna.
Aquellos muñecos se los llamaba juanes y pretendían simbolizar, no solo el cierre de una etapa y la renovación personal e institucional que se deseaba para el nuevo solsticio iniciado, sino una severa llamada de atención a quienes gobernaban.
Las hogueras tenían un sentido netamente colectivo y de ellas, como buenos paganos que eran sus protagonistas, esperaban que el fuego, que lo purificaba todo, terminara con aquellos males que no traían, sino infelicidad al pueblo.
Sin duda que muchos lo que más habrían deseado era pillar a sus señores terratenientes y burgueses por los asimétricos pellejos y arrojarlos a la hoguera, pero, temerosos como eran, se conformaban con hacerlo con representaciones simbólicas y, a veces, ni eso, por lo que pudiera pasarles.
Si el año que viene se pretende organizar un ritual simbólico, como mandan los cánones de un rito y una simbología, con la hoguera o el fuego de san Juan, sería necesario echarle más imaginación y creatividad al asunto. Lo del moscatel y el mantecado estuvo bien, pero el acto da para mucho más, pero, por lo visto en estos dos últimos años, las inteligencias preclaras de quienes organizan este acto no se caracterizan desde luego por su capacidad creativa y no parece que tengan la más remota idea de lo que sea un “ritual simbólico”. ¿Lo saben? ¡Qué pichorras lo van a saber!
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