UNA DE REYES

Vecino. Informacion.

UNA DE REYES

Hace tiempo que la prensa anunció que la alcaldía de Pamplona, por mor de cierta reurbanización, trasladaría las estatuas de “los supuestos reyes de Navarra”, que se encuentran en el Paseo Sarasate, a la Taconera, lugar ecológico donde los hubiera. Dos artículos sobre estas estatuas leímos hace casi diez años en Gara (12.9.2016) y recientemente en Diario de Noticias (24.2.2025).

Siguiendo su relato digamos que se trata de unas estatuas que se instalaron en el entonces llamado Paseo Valencia en los sanfermines de 1885. Eran unas estatuas que el Ayuntamiento de Pamplona trajo de Madrid y que habían sido esculpidas nada menos que entre 1750 y 1753 y se encontraban en el Palacio Real madrileño, en un estado calamitoso. El comisionado del Ayuntamiento, el escultor José Soler, se trajo seis de ellas y, dado su estado lamentable, los del Patrimonio de la capital decidieron regalárselas, pues les hacían un favor llevándoselas. Las trajeron y las instalaron en el Paseo de Valencia.

Hay que indicar que el Ayuntamiento de Pamplona quería una estatuas de reyes navarros, pero Soler, ayudado por el diputado navarro en las Cortes de Madrid, Wenceslao Martínez, las eligieron al buen tuntún, sin saber si eran de reyes navarros o de reyes tártaros, mongoles o visigodos. Sus facciones estaban desdibujadas y algunas de ellas no tenían ni nariz. Vinieron de Madrid sin saber a quién pertenecían tales estafermos.

Después de distintos avatares que llegan hasta 1972 -y que se narran en los mencionados artículos-, el Ayuntamiento de Pamplona, el de hoy, ha decidido que esas estatuas del Paseo de Sarasate sean trasladadas a la Taconera por razones de urbanización, que podría ser, pero que no se las cree nadie.

Algunos, gente conspicua y conocedora de la historia de Pamplona, se han sentido muy dolidos por ese traslado. Lo han considerado una agresión por considerar que dichas estatuas son el símbolo de la soberanía navarra por excelencia, la de Navarra como Nación y un Estado, a la misma altura jurídica que Francia y que Inglaterra. Y, por tanto, su ubicación en el Paseo de Sarasate era el lugar perfecto, dada su visibilidad y la presencia constante de público. Lo más probable es que la gente que veía tales estatuas rara vez pensaba y decía: “He ahí los símbolos de nuestra perdida independencia política”.

Cuestión de perspectivas y de interpretaciones. A mí me da que si se las llevan de Sarasate, estaría bien que se las repartiesen entre aquello que creen en ese simbolismo radical de independencia y las colocaran en sus jardines de sus chalets o, según su grado de navarrismo monárquico, en las salas de estar de sus casas. Seguro que a Jaime Ignacio del Burgo le encantaría tener la estatua de Juan II de Evreux o la de García Ramírez el Restaurador (1134- 1150), ultimo rey del reino de Pamplona, en el pasillo de su casa. Seguro que sí, además, son las dos únicas estatuas de monarcas navarros, que están entre la colección amenazada de traslado inminente. Porque, en efecto, las cuatro estatuas restantes no representan a ningún egregio navarro. Y llevaban así más de ochocientos años. ¿Alguien lo había notado?

Pero, sin duda, lo que más me llama la atención es que el Ayuntamiento asironiano, que tan inclinado se muestra a limpiar el Paseo de unas estatuas por “exigencias urbanizadoras”, tire de pachorra ideológica y defienda el mantenimiento del Monumento a los Caídos, que no legitiman a ningún rey navarro, pero sí la exaltación de unos golpistas, lo que no se sabe que es peor. Pero a lo que vamos. ¿Acaso la demolición del monumento dedicado a los fachas carlistas y falangistas no es una exigencia de reurbanización de la zona en que está instalado -facilitar la higiénica conexión del II ensanche con Lezkairu-, mucho más necesaria que la de mandar a esos reyes esculpidos, dos navarros y cuatro españoles, con Julián Gayarre al bucólico paraje de la Taconera?

Para unas cosas, la reurbanización es palabra de Dios; para otras, una mierda. Se respeta el mantenimiento de un edificio levantado para glorificar a unos golpistas y se decide ocultar unas insignificantes estatuas de las que, sólo cuatro entendidos, saben que se trata de dos estatuas de reyes navarros y cuatro de reyes españoles, y que, en cualquier caso, son símbolos de una Navarra que, en efecto, era reino independiente… dato del que hoy, no vamos a sacar nada limpio, excepto conocer la historia, que no es poco, y poder dar por los bigotes, por ejemplo, a la ignorante Díaz Ayuso y su cuadrilla.

Biendicho.

Bodegón