Historia para no olvidar: Santiago Sáez Maimón
Vecino. Informacion.

A principios de junio, el director del Servicio de Convivencia y Derechos humanos del Gobierno de Navarra dictaba una resolución por la que se reconocía que el villafranqués Santiago Sáez Maimón fue “víctima por actos de motivación política provocados por grupos de derechas o funcionarios públicos”. Es decir, y hablando en plata, por haber sido torturado. Y lo fue por funcionarios, vulgarmente, Guardia Civil.
¿Y qué significa que Santiago, alias El Sillero, fue “víctima por motivaciones políticas”? Un forzado eufemismo que, tras el siguiente relato, el lector comprenderá que Santiago sufrió malos tratos por agentes de la llamada Benemérita Guardia Civil, valga la contradicción.
Recordemos. El 18 de noviembre de 1981, a la edad de 29 años, Santiago fue detenido por la Guardia Civil en El Bodegón, bar de su propiedad, y conducido al cuartel de Tudela. En 1981, estábamos en plena democracia, por si alguien no lo recuerda. Y que ocurrieran hechos como la tortura sufrida por Santiago por parte de unos funcionarios públicos muestra en qué nivel del inframundo se encontraba todavía la democracia en este período mal llamado de transición.
Cuando lo detuvieron, los agentes aprovecharon el momento para llevarse la recaudación del bar. En la cárcel, Santiago fue presionado para que firmara un documento indicando que en la caja registradora no había dinero. En principio, se negó a firmar dicho documento, pero, temiéndose lo peor y por sus infinitos deseos de salir de aquel infierno y volver a casa con su familia, lo hizo. Al tiempo, la mujer de Santiago presentó una denuncia para recuperar dichos dineros, pero jamás los recuperó.
En el cuartel de Tudela, estuvo incomunicado más de dos días con sus respectivas noches, recibiendo golpes con las manos y con objetos contundentes. Fue insultado y humillado constantemente. Lo amenazaron con tirarlo por un barranco, cosa que finalmente hicieron, cayendo rodando y frenado por unas matas. Si no hubiera sido por estas, Santiago se habría quedado en el barranco y le habrían aplicado la ley de fugas. O, quién sabe si lo hubiesen dejado abandonado en tal paraje. Los golpes que recibió lo fueron principalmente en la cara y en los testículos. Se le obligó a hacer flexiones hasta dejarlo agotado, obligándolo a permanecer en posiciones forzadas durante horas. Durante este tiempo, incomunicado total, no le dejaron comer ni dormir. Las amenazas contra su familia fueron permanentes.
En los interrogatorios se le preguntaba sobre sus supuestos viajes a Francia, pese a que nunca estuvo en este país. Hay que señalar que meses antes de su detención, se había producido un atentado contra la duquesa de Cadreita. Era el tercer atentado y fue reivindicado por ETA. Santiago fue interrogado en relación con este atentado y acusado de haber viajado a Francia para recibir órdenes, se supone, del comando etarra correspondiente que había atentado contra la duquesa.
El 20 de noviembre fue puesto en libertad sin cargos.
Por consejo de un amigo abogado descartó interponer una denuncia.
Durante un tiempo, tuvo moratones en varias partes del cuerpo (cara, genitales, brazos) sin requerir asistencia médica urgente. Tras este episodio, Santiago estuvo sin trabajar una semana. Y mostraría síntomas de afectación psicológica cada vez que, por motivos de trabajo, se vio obligado asistir al gobierno civil. Como consecuencia de la detención, su negocio familiar se resintió de manera notable, debido a que muchas personas del entorno dejaron de acudir al Bar, dejándose llevar por razones ideológicas.
Para colmo, en días festivos, cuando la recaudación era mayor, la Guardia Civil, en más de una ocasión, cerraba el local alegando amenazas de bomba. Después de un largo proceso por recuperar la verdad, la reparación y la justicia de lo sucedido, iniciado por su esposa Yolanda, el Gobierno de Navarra y a Comisión de Reconocimiento y Reparación de las víctimas ha reconocido mediante un eufemismo que Santiago, “fue víctima por actos de motivación política”. Dicha comisión, en el extenso texto elaborado para dar cuenta de este reconocimiento, en ningún momento utilizará la palabra tortura practicada por funcionarios públicos, es decir, por agentes de la Guardia Civil.
Si no somos capaces de llamar al pan, pan, y al vino, vino, mal plan tendremos para enfrentarnos a ciertos delitos cometido por el Estado. Se empieza retorciendo las palabras y se termina, no solo ocultando la verdad, sino haciéndonos tragar mentiras del tamaño de una peste.
Como remate final, digamos que Santiago murió en 2020 por el coronavirus, el 23 de octubre. Tenía 68 años. In memoriam.
Kava