¡VÁYANSE SEÑORES Y SEÑORAS DEL AYUNTAMIENTO!

Vecino. Informacion.

¡VÁYANSE SEÑORES Y SEÑORAS DEL AYUNTAMIENTO!

Soy, como he repetido en este blog, de aquellas personas a la que le gusta pasear de par de mañana por los caminos y sotos de Villafranca. La verdad es que nunca hubiera pensado que estas veredas, sendas o trochas pudieran llegar a ser uno de los signos más elocuentes para comprobar la sensibilidad ecológica que muestran y demuestran nuestras autoridades municipales. Es decir, la que demuestran no tener.

Esos caminos que no son casi nunca objeto de atención por parte del ojo bueno del Ayuntamiento son, sin quererlo, la prueba del algodón de la política ecológica de Villafranca. Una política que no hay que pensar demasiado para darse cuenta de que no existe. Los caminos y veredas de nuestro pueblo están abandonados a la mano de Dios y, por eso mismo, como este nunca dice nada, esa mano es la de los terratenientes propietarios de terrenos colindantes con esos caminos a los que me refiero.

Esta misma mañana, que podría ser la de una mañana cualquiera, en una finca de Ropate, cerca de la autopista, he visto de qué forma tan generosa se regaba no sólo una finca de maíz, sino que el camino recibía tal cantidad de agua que, finalmente, he tenido que desistir de avanzar por él y dar marcha atrás.

¡Que sea la Dana quien, en ocasiones, nos impida caminar, pase! Es la naturaleza, ciega e inconsciente que dicen quienes son mas ciegos e inconscientes que aquella. Pero, ¡ostras!, ya vale, ¿no? Que sea el ser humano, inteligente, consciente , sensato y juicioso quien cometa una y otra vez tal abuso y despilfarro de agua y destrucción del camino, es es algo incomprensible o sólo comprensible en seres humanos irresponsables, egoístas y engreídos.

Mientras tanto, nuestros embalses van disminuyendo su caudal a pasos agigantados. La verdad es que merecemos un nuevo diluvio universal, pero esta vez selectivo. Y no de agua precisamente, sino de pedrisco, cuyas piedras sean del tamaño de una pelota de tenis y caigan directamente en la cabeza de quienes cometen tales desastres, esta vez nada naturales, y caigan, también, en las cabezas de quienes una y otra vez miran para otro lado o permiten tal desastre por su falta de control o por consentimiento fraudulento. ¿Saben que les digo? ¡Que son ustedes un desastre y no merecen para nada seguir en el puesto que están ocupando en el municipio! Son una verdadera vergüenza!

Nunca hubiera pensado que tal desastre llegara a tales proporciones debido al abandono y desidia de sus más directos responsable, pero, a la vista está, que están dispuestos a seguir por este camino, mejorando más si cabe, su capacidad de destrozo del camino vecinal… ¡Qué tropa, joder!

Caminante