Después de las fiestas

Vecino. Informacion.

Después de las fiestas

1,Al hilo de lo que se ha escrito en este blog sobre el programa de fiestas, participo de la misma idea al decir que se trata de un error, un táctico error, hacer un programa, no sólo al margen de la intervención de la oposición en el municipio, sino, peor, al margen del pueblo. ¿De qué modo participa la ciudadanía en este aspecto? De ninguna manera. Ni siquiera se la invita a que ponga de su parte sus iniciativas y aportaciones teniendo en cuenta que en las fiestas se gasta un pastón de los presupuestos, es decir, de la ciudadanía. Nada costaría preguntarle al pueblo qué le gustaría que se hiciera durante ellas y que no se hace. Es la pregunta del millón: ¿qué quitarías y que pondrías en las fiestas actuales?

Entiendo que romper el molde repetitivo de cada año de las fiestas patronales no es fácil. Pero es muy cómodo repetir una y otra vez las mismas actividades basadas en la conjugación de unos verbos más que sobados: beber, comer, bailar, escuchar música, hacer pasacalles sin parar y, por supuesto, celebrar auroras, misas y salves, en honor de la santa calcedoniana. Y vacas. Por la mañana y por la tarde. Y almuerzos de la casa Colesterol y que la gente considera gratuitos, cuando están pagados con el dinero de todos.

  1. En cuanto a lo típico y tradicional de las fiestas me gustaría saber qué se quiere decir con estos adjetivos, que los regidores actuales del Municipio alaban cuando dicen que “las fiestas de Villafranca mantienen la esencia de lo típico y lo más tradicional de su historia”. Así será, si así lo dicen. ¿En qué se basan? En nada. ¿Por qué? Porque nada de lo que se hace en Villafranca en fiestas es típico ni tradicional, sino remedos festivos que se vienen haciendo en todos los pueblos de Navarra, al menos, en los de la Ribera. Se parecen todos un tostón. ¿Y la forma de vivir dichas fiestas es diferente? La gente se lo pasa igual de bien y añaden, además, que como las fiestas de su pueblo no hay iguales en el mundo entero.

A veces se oye denunciar el cariz discriminatorio que toman las fiestas al dejar a las Casas Baratas fuera del programa festivo del pueblo. La verdad es que deberían estar agradecidos los villafranqueses de las Casas al verse libre del ruido y de la basura con las que se pringan todas las calles del pueblo en esta semana. Se comprende que se produzca tal cantidad de basura dado el consumo de productos envasados de plástico y celofán. Pero ¿es necesario y obligatorio, tirar todo tipo de envases a la calle o dejarlos donde le plazca a uno? Y eso de mear en cualquier esquina y a traición, ¿no estaba ya pasado de moda? ¿No es posible tener una educación cívica compatible con una celebración de unas fiestas divertidas que repelan de la suciedad como un acto reflejo, pues no parece que sea posible hacerlo como un gesto de educación y de cultura?

El eslogan festivo de Villafranca era “Disfruta con el cerebro y con el corazón”. Visto lo visto, me da que el cerebro en fiestas está en barbecho. Máxime si por sus cisuras circulan litros de alcohol. ¿Y el corazón? El corazón es un músculo encargado de hacer circular la sangre por el body. No piensa, ni siente, a pesar de que sigamos pensando que piensa y siente. Eso lo hace el cerebro y, si en fiestas, queda en situación standbay mode o sleep mode, porque, como decía un sabio de barra de bar “¡en fiestas no se piensa, joder!”, pues eso.

¿Miden la manera de vivir las fiestas nuestra inteligencia de lo que somos a lo largo del año? Pudiera ser. Y en esto, el alcohol y el ruido ambiental juega una muy mala pasada o quién sabe si a muchos les ayuda a sacar de su cuerpo la parte “rebelde” que ocultan. El alcohol anima a manifestarnos como somos en realidad, pero, menos mal, que esta sublime “colestoralada” dura tan solo una semana. Sería terrible que durase todo el año, aunque en el aspecto del ruido y de la suciedad no parece que seamos muy diferente a lo largo del año… En esto, sí que sigue todo tan tradicional y tan típico de esta civilización del consumo en la que estamos. En fin, ánimo. ¡Ya falta menos para repetirnos una vez más en las próximas fiestas!

Gargantúa