LICENCIA DE OBRAS

Vecino. Informacion.

LICENCIA DE OBRAS

En esta primavera-verano pasados, se han llevado a cabo varias reformas y obras en distintas partes del municipio necesarias para mantener los inmuebles. Nada nuevo. Mi sorpresa es que la identificación de la consiguiente licencia o permiso de obras en muchos de los inmuebles brillan por su ausencia. Y lo peor del caso es que mucha gente ni siquiera se las plantea. Algunos ni saben que hay que solicitar dicha licencia. Y, por supuesto, están los que religiosamente pagan dicha licencia, que son muy pocos, visto lo visto, y los que sí lo hacen. Tampoco en esto nos diferenciamos com otras poblaciones.

Para confirmar lo dicho basta con darse una vuelta por diferentes zonas del municipio en el casco antiguo, que es donde más aparecen los permisos solicitados, pegados en la fachada o puerta del inmueble, pero no sucede lo mismo en la zona de las casas baratas, donde tales licencias brillan por su ausencia.

El comportamiento de los vecinos es bastante comprensible, aunque no justificable, pero ya no lo la actitud del ayuntamiento. No sólo porque deja de cobrar unos ingresos que siempre vendrán bien para subvencionar alguna de las fiestas consumistas a las que nos tiene acostumbrado el Ilustre, sino porque entendemos que en esta actitud municipal hay gato encerrado.

No seremos tan radicales al advertir de que la política de urbanismo del Ayuntamiento es un mal endémico o, si lo prefieren, un auténtico desastre, pero mucho nos tememos que haya en todo ello una discriminación a la hora ajustar las clavijas de dichas licencias. En unos casos, no pasa nada si no pagas dicha licencia por no pedirla porque, cuando se descubre el chanchullo, el ayuntamiento se vuelve bizco, mira para otro lado, por ser quien es el “ilegal” y en otros, pues, se ajustan las clavijas hasta donde haga falta y se obliga a pagar lo que por ley hay que pagar.

Nada de esto pasaría si existiera una política de transparencia y una política de equidad, es decir, de aplicar esa perspectiva legal que considera que todos los ciudadanos somos iguales a la hora de pagar los impuestos y que reglamentariamente debemos apoquinar… Claro que, a veces, viendo a dónde van a parar estos impuestos -el circo consumista al que nos tiene acostumbrado el Ilustre-, dan, desde luego, ganas de elegir el camino de la picaresca a la que estamos tan inclinados… Y ya se sabe que picaresca y democracia son términos incompatibles.

Además, a estas alturas en una vida municipal donde se dan cacicadas como en todas las épocas, solo que ahora parecen tener la carátula de la legalidad y donde todo el mundo, o casi todo, tiene algo que ocultar por los favores recibidos desde el Ilustre, teniendo como resultado al final una democracia más que atada, sometida… Y así de este modo se va creando una bolsa electoral podrida que solo refleja el nivel de hartazgo que pueden resultar ciertas mayorías electorales.

Otilio y Pepe Gotera