TITULITIS

Vecino. Informacion.

TITULITIS

No sé si se trata de una superstición política de las que no resulta fácil desprenderse o, si por el contrario, la gente se cree de verdad que, por tener más títulos universitarios que Trump, uno se convertirá en el nuevo Churchill de la política. Lo habitual es pensar que quienes se meten en política si tienen una licenciatura o un doctorado serán mejores políticos que quienes no gozan de tal título. Pero está demostrado que la cultura -siempre que los títulos garanticen tenerla-, no te libra de convertirte en un gañán de pacotilla.

Bueno, dejen que les diga que la política seguirá como siempre, tengan los políticos títulos o no. Pues los políticos, sean unos capullos por naturaleza, titulados o no en ornitología o en el arte de disecar bonsáis, seguirán haciendo de las suyas en cuanto otro capullo mayor que él se las ponga a güevo como se las ponían a Fernando VII. No hace falta ser licenciado en Derecho, ni en Economía, ni en Empresariales, ni en Logística, tampoco, en Sismología -no confundir con Chismología de la que todos somos doctores-, para ser un buen político. La Política va por un lado y ser un mamón, por otro. Si las dos cosas se juntan, el resultado lo pagaremos todos, tengamos título de tontos, de listos o de inteligentes. Un político puede ser todo eso y mucho más, especialista en ramas difíciles de pronunciar, pero, si pierdes el alma, que decía el otro, es decir, si no tienes un átomo de integridad moral o ética, ya te puedes meter todos esos títulos por donde te quepan y tirarte por un terraplén, porque, si no lo haces, lo único que has de conseguir, tarde o tempano, será convertirte en una criatura del Universo Marvel, es decir, gente mala de verdad con apariencia de no haber roto un planto en su vida… porque, en efecto, nunca los han lavado hasta que lo han hecho…y el desastre ha sido monumental.

No hace falta ser doctor en Ciencias exactas para entender que, para ser un buen político o, por lo menos, para cumplir con las exigencias protocolarias y básicas del guión parlamentario, no es necesario ser licenciado en Derecho o Politología. Para hablar en público con respeto y educación, lo más necesario es hablar sin elevar la voz, argumentar, exponer, escuchar, analizar, organizar, sintetizar, planificar… verbos que pertenecen a un buen desarrollo de la competencia oral y que deberían formar parte de un aprendizaje obligatorio en las escuelas, institutos y universidades… Porque es evidente que ciertos políticos que incomprensiblemente han llegado al Parlamento, aunque tengan títulos universitarios, deberían de nuevo pasar por el instituto o por las universidades que les dieron sus títulos y reciclarse para aprender a hablar sin tener que meterse con la madre de su contrincante. Hasta hoy lo único que han mostrado saber hacer, y de modo sobresaliente es insultar para lo que no necesitan título alguno. Sobre todo, si lo hacen sin gracia alguna… Tampoco seamos ingenuos. Porque hay políticos que no elevan la voz, que no insultan, que no se meten con tu parentela, que hablan pausadamente y en voz baja, que te dicen a todo que sí, que, incluso tienen titulación universitaria, pero, luego, en la práctica, son peores, muchísimo peores que los bocazas que hemos descrito anteriormente. No hace falta que te ponga antecedentes ni nombres de estos políticos. Los conoces muy bien, pues se dan en todos los escalafones de la política y en todos los pueblos y ciudades. Sin ir más lejos, quizás seas tú una de las personas que has presentado una instancia en la alcaldía de tu pueblo hace un año y no te la ha respondido aún. Pues eso. Lo que te digo.

Uno que hizo la EGB